He leído el segundo libro de Abraham (El Fascinante Poder de la Intención Deliberada) y estoy a punto de terminar la tercera, que descubrí caliente de la prensa en Amazon (El Arte de Permitir). Durante el último par de semanas me he encontrado al pasar de estados de éxtasis y bienaventuranza en más de una especie de estado estacionario contento, con un poco de mal humor ocasional intruso. Al leer el libro tercero, sin embargo, me siento más en control de mis estados.

En primer lugar, estoy pagando la atención lo menos posible a las cosas que no me gustan, y si algo me deprime o se irrita entonces trato de mover mi atención en lugar de pensar en ello. Me he dado cuenta de esto se aplica incluso al dolor – el más presto atención al dolor, más dolor que siento… y por qué es la tentación de prestar atención a un dolor tan automático? – Pero lo que ayuda es prestar atención a algo más agradable o menos específicos, como lo agradable que es estar fuera escuchando música en mi iPod.

En segundo lugar, estoy intentando deliberadamente mis experiencias con el tiempo (con el segmento de la intención del proceso), prestando atención a atraer experiencias buenas y agradables que luego magnifican en mi conciencia. Una gran ventaja de segmento intención se centra en una intención a la vez en lugar de a la deriva sobre todo con mis (conflictiva) intenciones gritando a la vez, y que me siento desconcertado durante todo el día.

En tercer lugar, mi meditación va bien otra vez. Es simplemente una cuestión de hacer que sea sencillo – sólo permitir que mi ser interior para hacerse cargo de mi conciencia. Es como resonancia con mi tenedor de ajuste interno. Eso se siente muy bien!

Por último, también he estado haciendo el proceso del taller creativo – escribir descripciones de las cosas que deseo / intención de la vida, y el perfeccionamiento de las descripciones en el tiempo. Algunos son a corto plazo, también lo son a medio plazo, algunos son a largo plazo. El acto mismo de definir cosas que quiero que suceda es en sí misma liberadora – Me siento un comunicado cuando lo hago.

Mucho ha estado sucediendo este año. Básicamente, mi padre tenía una operación que le dejó un dolor intenso constante, y que tiene su vejiga eliminada lo dejó tener que lidiar con la vida con una bolsa de colostomía.

Recibí una llamada en noviembre pasado para decirme que estaba perdiendo la voluntad de vivir, y yo volamos a verlo. Confirmó que, efectivamente, quiero que termine – y estaba harto de decirle a la gente lo que no pensamos así. Tengo todo para él que aceptar y comprender lo que estaba diciendo. Pasó de sala de hospital para enfermos terminales para asilo de ancianos, y finalmente murió el 4 de enero.

La última vez que lo vi (una semana antes) había mirado sombrío: delgado, débil, miserable, apenas capaz de mantener los ojos abiertos. Pero creo que él le aseguró que no había cabos sueltos. Yo también quería que él supiera que yo era feliz en la vida, aunque no estoy seguro de hasta qué punto podía tomar.

Así que hubo una intensa actividad difícil en el comienzo del año: vuelos, los detalles del funeral, cuentas bancarias, registro de la muerte, y así sucesivamente. Una cosa que noté es que lo que da ganas de llorar por la pérdida no es más que la pérdida en sí, pero-tal vez más-la bondad de los demás cuando reconocen su pérdida y ofrecer ayuda.

A lo largo de todo este meditaba y se mantiene un nivel estable, a pesar de mi estado de ánimo antes de euforia se transformó en algo más monótona. Fue un momento emocionalmente difícil después de todo, y todavía hay repercusiones que tratar.

Siento que tengo mucho de introspección que hacer, pero no el tiempo ni la energía para hacerlo.